Las fotografías de
Mona Kuhn huelen.
Huelen a…. sexo; a placer, a sutileza extrema; a luz tenue que se cuela entre los árboles; a fina brisa que roza la piel desnuda una tarde calurosa de verano; huelen a pasión, a debilidad, a fácil deterioro, a excitación…
…huelen a deseo.
El erotismo en los trabajos de Khun es extremo: los protagonistas resisten cualquier mirada, están desvestidos, no desnudos. Las escenas son misteriosas, llenas de gestos intencionados, veladas, desenfocadas, y todo ello controlado por la mirada de una fotógrafo que es capaz de moderar en todo momento el poder sexual que desprenden estas imágenes.
Pero su sexualidad es muy tensa. Posan como maniquíes que se han quedado sin ropa por el cambio de temporada. Están descontextualizados, rígidos. Son conscientes de que están siendo mirados, y en ello no encuentran placer, sólo un rubor interior, la pena de la puta que se sabe obligada a hacer algo que no le apetece, con quien no le apetece.
ResponderEliminarEs nuestra mirada la que erotiza, la que convierte un escenario frío en un teatro del deseo. Y lo hace porque percibimos que los personajes están ahí, sumisos, para satisfacer nuestros más oscuros antojos.