Obtener un espacio de carácter intimista e introspectivo, donde la ausencia de figuras antropomórficas implica que el espectador se erige como auténtico personaje. Lo único que sigue vivo en la imagen es la naturaleza con sus garras invisibles, ella es quien se ha resistido a perecer del todo, ganando la partida final después de la primera derrota.
Andrew Lacon juega con este tipo de imágenes, donde la fascinación de la intervención humana sobre el paisaje, le lleva a generar un conjunto de piezas documentalistas que reflejan la situación social, política y económica contemporánea.
